litio para qué sirve

Litio, ¿para qué sirve?: usos, beneficios y efectos secundarios

El litio es un elemento sorprendentemente versátil que se utiliza en baterías, reactores nucleares, alimentos y medicamentos, lo que lo convierte en un verdadero todoterreno. En el campo de la medicina, fue el primer tratamiento eficaz para los trastornos psiquiátricos, marcando un hito en la historia de la salud mental. Actualmente, se realizan estudios para determinar su posible eficacia en el tratamiento del Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas. Además, se ha descubierto que el litio puede aportar beneficios para la salud incluso en cantidades muy bajas. Cada vez más expertos coinciden en que podría ser un oligoelemento esencial, con un papel importante en la prevención de diversas enfermedades y en el mantenimiento del equilibrio del organismo.


¿Qué es el litio?

El litio (Li) es un elemento químico que forma parte del grupo de los metales ligeros, al igual que el sodio, el magnesio y el aluminio. En la naturaleza no se encuentra en estado puro, sino combinado en sales hidrosolubles, presentes en aguas, rocas, plantas, animales e incluso en el cuerpo humano.

Debido a su amplia dispersión y relativa escasez, la extracción del litio resulta compleja. Los principales países productores son Australia, Chile y China, que concentran la mayor parte de las reservas y la explotación minera mundial.

El litio es hoy un recurso estratégico y altamente demandado, sobre todo por su papel esencial en la fabricación de baterías recargables utilizadas en teléfonos móviles, ordenadores portátiles, vehículos y bicicletas eléctricas. Además, este metal ligero desempeña un papel clave en los reactores de fusión nuclear y en la industria farmacéutica, donde se emplea para tratar trastornos del estado de ánimo.

Por último, algunos especialistas sugieren que el litio podría considerarse un oligoelemento esencial, dado que podría contribuir al equilibrio y la salud del organismo cuando se encuentra en cantidades muy pequeñas.

Tipos de litio y sus diferencias

Existen varios tipos de litio, que se distinguen por su uso, concentración y propósito. En el ámbito médico, el más utilizado es el carbonato de litio, empleado bajo prescripción para tratar el trastorno bipolar y otros problemas psiquiátricos, gracias a su efecto como estabilizador del estado de ánimo. También se utilizan otras sales, como el citrato de litio, con propiedades similares.

En cambio, el orotato de litio contiene dosis mucho más bajas de este mineral. Se asocia con posibles beneficios para el equilibrio emocional, la concentración y la salud cognitiva, y todavía sigue en fase de estudio.

La situación regulatoria del orotato de litio varía entre regiones: en Estados Unidos se comercializa legalmente como suplemento dietético, mientras que en Europa su venta está más restringida y no está aprobada como complemento alimenticio.

¿El litio es un micronutriente?

Los científicos aún debaten si el litio, al igual que el magnesio, debe considerarse un oligoelemento esencial y, por tanto, necesario para el correcto funcionamiento del organismo. Durante años, la postura predominante fue que este elemento no era indispensable para la vida.

Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que el litio podría ser un micronutriente y su amplio espectro de efectos sin duda lo respalda.

Según datos de estudios, el litio afecta al sistema nervioso central incluso en microdosis absorbidas a través de los alimentos y el agua potable, influyendo en procesos fisiológicos.

En definitiva, el único argumento en contra es que, hasta el momento, no se ha identificado una función biológica fundamental del litio cuya ausencia impide la vida, como sucede con los oligoelementos esenciales reconocidos.

¿Cómo funciona el litio?

En el tratamiento de trastornos mentales como el trastorno bipolar o la depresión severa, los médicos utilizan dosis altas de litio, que pueden llegar a más de 100 mg diarios

En cambio, el litio que obtenemos de forma natural a través del agua o los alimentos se encuentra en cantidades muy pequeñas, normalmente menores a 1 mg al día. Estas dosis son demasiado bajas para tratar enfermedades graves, pero podrían tener efectos beneficiosos para la salud.

De hecho, algunas investigaciones recientes muestran que incluso esas pequeñas cantidades de litio pueden proteger el sistema nervioso y tener un efecto positivo en el estado de ánimo. Esto se debe a que el litio puede reducir la inflamación, combatir el estrés oxidativo y regular el funcionamiento del cerebro.

Cuando se consume en forma de sales solubles, el litio se absorbe fácilmente en el intestino y se distribuye por todo el cuerpo. Sin embargo, los científicos todavía no comprenden del todo cómo actúa en el organismo.

Hasta el momento, no se ha encontrado una relación directa entre la cantidad de litio presente en los alimentos o en el agua y el desarrollo de enfermedades crónicas a lo largo del tiempo. Sin embargo, algunos estudios indican que consumir muy poco litio podría estar relacionado con problemas emocionales y del comportamiento, lo que sugiere que este mineral podría ser importante para el equilibrio mental y el bienestar general.

Más litio en el agua, menos suicidios

Aunque el litio que se encuentra naturalmente en el agua potable está presente en cantidades muy pequeñas, algunos estudios sugieren que puede beneficiar la salud mental. Beber unos dos litros de agua al día aporta solo una mínima parte de la dosis médica usada en tratamientos, pero aun así parece tener efectos positivos.

Por ejemplo, una persona adulta que toma alrededor de 1,3 litros de agua al día podría recibir cerca de 0,2 mg de litio, incluso en zonas donde su concentración es más alta. A pesar de ser una cantidad muy baja, las investigaciones han encontrado que en lugares con más litio natural en el agua hay menos casos de suicidio, menos hospitalizaciones por problemas mentales y menos comportamientos agresivos.

Estos resultados hacen pensar que el litio podría ser un mineral esencial para el cuerpo humano, necesario en pequeñas cantidades para ayudar a mantener el equilibrio emocional y la estabilidad mental.

¿Funciona el litio contra el Alzheimer?

En los últimos años, varios estudios científicos han encontrado indicios de que el litio, cuando se consume en cantidades adecuadas a través de la dieta o el agua, podría ayudar a retrasar el avance del Alzheimer e incluso tener un efecto preventivo.

Según una revisión de 2021, el litio en dosis bajas puede estimular la formación de nuevas neuronas en el hipocampo, la zona del cerebro relacionada con la memoria y el aprendizaje, y mejorar las funciones cognitivas. En pacientes con Alzheimer, tras tres meses de tratamiento con litio, se observó una ralentización del deterioro mental.

Otro estudio mostró que microdosis tan pequeñas como 0,3 mg al día pueden ser efectivas: los pacientes que las recibieron mantuvieron estable su condición durante 15 meses, mientras que aquellos que tomaron un placebo continuaron empeorando. Además, una investigación publicada en 2024 señaló que el litio también podría tener efectos positivos en la enfermedad de Parkinson.

Algunos expertos, como el genetista alemán Michael Nehls, sostienen que una deficiencia de litio podría estar relacionada con el desarrollo del Alzheimer. Según Nehls, consumir pequeñas dosis diarias de litio —por ejemplo, unos 0,6 ml a través del agua potable— podría tener un efecto terapéutico importante y ayudar a proteger el cerebro con el tiempo.

¿El litio en el agua potable previene el cáncer?

Diversas investigaciones científicas han encontrado una posible relación entre el litio y la reducción del riesgo de cáncer. Algunos estudios observacionales en pacientes con trastorno bipolar han mostrado que aquellos que reciben tratamiento con litio presentan una menor incidencia de ciertos tipos de cáncer.

Además, un estudio de cohorte publicado en 2025, que incluyó a más de 252.000 personas, reveló que niveles más altos de litio en el agua potable se asociaban con un menor riesgo de desarrollar cáncer.

A nivel biológico, se sabe que el litio influye en varias enzimas del organismo, como la glucógeno sintasa quinasa 3, que está relacionada con el crecimiento y la división celular. Este mecanismo podría explicar por qué el litio tendría un posible efecto protector o anticancerígeno.

Por ello, algunos expertos consideran que una ingesta insuficiente de litio podría afectar al equilibrio del organismo y contribuir a la deficiencia de un oligoelemento esencial, necesario para mantener una buena salud a largo plazo.

¿El orotato de litio es tóxico?

Durante mucho tiempo, el orotato de litio fue considerado tóxico, ya que algunos estudios de la década de 1970 mostraron que podía afectar la función renal en animales. Sin embargo, más tarde se descubrió que las dosis utilizadas eran extremadamente altas, muy por encima de lo que sería seguro para los humanos. Por este motivo, la investigación sobre el orotato de litio se detuvo durante años y no se retomó hasta la década de 2020.

Las investigaciones recientes indican que no existen riesgos de toxicidad cuando el orotato de litio se utiliza en dosis bajas y de forma adecuada. En estas cantidades, sus efectos secundarios son mínimos y puede favorecer la calma, mejorar la respuesta al estrés y reducir la impulsividad.

Una encuesta realizada en el Reino Unido con 211 participantes mostró que quienes tomaban 10 mg diarios de orotato o aspartato de litio experimentaron mejoras en el estado de ánimo, reducción de la ansiedad y mayor claridad mental y concentración.

El Dr. Michael Nehls, experto en genética molecular, se toma una dosis diaria de 2 ml de orotato de litio, lo que se considera una cantidad segura y beneficiosa para apoyar el equilibrio mental y emocional.

Contenido de litio en los alimentos y el agua

Al igual que ocurre con otros micronutrientes, la cantidad de litio presente en los alimentos varía según diversos factores, como la especie de planta, el tipo de suelo y, sobre todo, la ubicación geográfica.

La concentración de litio en el suelo puede ir desde 0,1 hasta 400 mg/l, lo que explica las grandes diferencias en su contenido en los alimentos. Por ejemplo, algunos tomates pueden contener entre 2 y 3,5 mg de litio por kilogramo, mientras que otros apenas alcanzan los 0,002 mg/kg, dependiendo de la región donde se cultiven.

Un análisis español de 2013 mostró que los frutos secos son especialmente ricos en litio, con un promedio de 0,88 mg por cada 100 g. Los productos elaborados con cereales contienen alrededor de 0,44 mg, el pescado unos 0,31 mg y las verduras cerca de 0,23 mg por cada 100 g. En cambio, las frutas como cítricos, manzanas o plátanos presentan niveles más bajos, cerca de 0,135 mg, mientras que los lácteos aportan unos 0,05 mg y las setas, apenas 0,019 mg por cada 100 g.

Aunque estos valores pueden variar según el tipo exacto de alimento, demuestran que también es posible obtener litio en cantidades relevantes a través de la dieta diaria.

Contenido de litio en el agua

La cantidad de litio en el agua depende principalmente de los procesos naturales de erosión y meteorización de las rocas. En general, las concentraciones suelen estar entre 0,0046 y 0,219 mg por litro.

El agua de mar contiene los niveles más altos, entre 0,14 y 0,2 mg/l, mientras que el agua dulce presenta valores mucho menores —por ejemplo, entre 0,00016 y 0,0045 mg/l en los ríos—. Como resultado, los organismos marinos suelen acumular más litio que los que viven en ambientes de agua dulce.

Litio en el agua potable

En algunas regiones del mundo, como Grecia, Inglaterra, Italia, Estados Unidos (especialmente Texas) y Japón, se han encontrado niveles relativamente altos de litio en el agua potable, con concentraciones cercanas a los 0,2 mg por litro. En ciertos lugares, estos valores pueden llegar hasta 5,2 mg/l, aunque en la mayoría de los países europeos el contenido de litio en el agua del grifo es mucho más bajo.

Las concentraciones varían considerablemente según la zona: por ejemplo, en Austria pueden alcanzar hasta 1,3 mg/l, mientras que en Dinamarca rara vez superan los 0,03 mg/l. A pesar de estas diferencias, Europa aún no cuenta con una regulación específica que exija monitorear los niveles de litio en las aguas superficiales o potables, por lo que no existen valores de referencia oficiales.

Litio en el agua mineral

Las aguas minerales también pueden contener litio de forma natural, y su concentración varía según el origen. Algunos estudios encontraron valores relativamente altos: por ejemplo, una marca eslovaca alcanzó casi 10 mg/l. En general, sin embargo, el promedio de litio en el agua mineral europea es de apenas 0,001 mg/l.

Existen, no obstante, aguas minerales con niveles más elevados, como la Thalheimer Heilwasser (Austria, 0,4 mg/l), la Gerolsteiner Ursprung (Alemania, 0,45 mg/l) o la Staatl. Fachingen (Alemania, 0,77 mg/l). En Suiza, la conocida Zurzacher Mineralwasser llegó a contener 1,3 mg/l, aunque ya no se encuentra disponible desde julio de 2025.

Litio en otras bebidas

El litio también está presente de forma natural en otras bebidas, aunque en concentraciones mucho más bajas que en el agua mineral. Un estudio que analizó 319 muestras encontró los siguientes promedios:

  • Vino tinto: 0,018 mg/l

  • Vino blanco: 0,014 mg/l

  • Cerveza y zumos de frutas: alrededor de 0,007 mg/l

Estos datos muestran que, aunque las cantidades son pequeñas, el litio está ampliamente distribuido en diferentes alimentos y bebidas, contribuyendo así —de forma natural y discreta— a la ingesta diaria de este mineral.

Absorción de litio

Se estima que entre el 66 % y más del 90 % del litio que consumimos cada día proviene de cereales y verduras, mientras que el resto procede de alimentos de origen animal, agua potable y otras bebidas.

Por ello, una dieta vegetariana o vegana suele aportar más litio que una dieta basada en carne, especialmente si incluye nueces o almendras, que son ricos en este mineral.

La cantidad de litio que una persona ingiere al día puede variar mucho: puede ir desde unos pocos microgramos (µg) hasta varios miligramos (mg), dependiendo de la concentración natural de litio en los alimentos, el agua y el entorno.

En Europa, la ingesta media de litio es bastante baja. Por ejemplo, un estudio encontró que los estudiantes en Polonia consumen unos 0,0107 mg al día, mientras que los adultos en Bélgica ingieren alrededor de 0,0086 mg diarios.

Además, los requerimientos de micronutrientes varían entre individuos y pueden cambiar por diversos factores como la alimentación, el estrés, la falta de sueño, la actividad física, ciertos medicamentos o enfermedades crónicas. Todos estos aspectos afectan la capacidad del cuerpo para absorber y utilizar el litio y otros nutrientes.

¿Cuánto litio necesita una persona?

Aunque el litio no está reconocido oficialmente como un micronutriente esencial, algunos expertos recomiendan una ingesta diaria aproximada de 1 mg para un adulto de 70 kg (equivalente a 14,3 µg por kilo de peso corporal).

Otros especialistas consideran que esta cifra es una estimación conservadora, ya que no toma en cuenta las diferencias individuales ni las necesidades específicas de cada persona, por lo que podría ser necesario un consumo ligeramente mayor para mantener un buen equilibrio mental y físico.

¿Cómo se miden los niveles de litio en la sangre?

El nivel normal de litio en el organismo solo puede determinarse con precisión mediante un análisis de sangre completo con EDTA, utilizando la técnica ICP-MS (espectrometría de masas con plasma acoplado inductivamente), que ofrece alta sensibilidad.

El método tradicional, basado en la medición fotométrica del litio sérico, se utiliza para controlar tratamientos médicos con dosis elevadas, pero no es lo suficientemente sensible para detectar los niveles fisiológicos naturales de litio en sangre. Por lo tanto, solo sirve para evaluar concentraciones terapéuticamente altas, no las que se encuentran de manera normal en el cuerpo.

El litio en la medicina

El litio comenzó a utilizarse en el siglo XIX para tratar trastornos mentales, aunque en aquella época su uso fue limitado debido a efectos secundarios graves e incluso muertes, lo que llevó a su prohibición temporal en algunos países, como Estados Unidos, a mediados del siglo XX. Aun así, la investigación sobre sus propiedades terapéuticas continuó.

Más adelante, científicos australianos demostraron que las sales de litio podían ser muy eficaces para tratar los episodios de manía, lo que marcó un antes y un después en la psiquiatría moderna. Gracias a estos resultados, el litio se convirtió en el primer medicamento efectivo para tratar trastornos psiquiátricos. En 1970, Estados Unidos se convirtió en el 50.º país del mundo en aprobar oficialmente su uso médico.

En la actualidad, las sales de litio, especialmente el carbonato de litio (Li₂CO₃), se encuentran entre los tratamientos más comunes en psiquiatría, sobre todo para el trastorno bipolar y otros trastornos del estado de ánimo. Aunque se emplean dosis elevadas, que pueden provocar efectos secundarios importantes, las muertes por intoxicación son muy poco frecuentes, y el litio sigue siendo considerado uno de los fármacos más eficaces y estudiados en la salud mental.

1. Enfermedades mentales

La aplicación más importante del litio en medicina es el tratamiento del trastorno afectivo bipolar, una enfermedad caracterizada por episodios alternantes de manía y depresión. Este estabilizador del estado de ánimo se utiliza sobre todo para tratar la manía aguda y los episodios maníacos, aunque también puede emplearse en casos de esquizofrenia y depresión resistente.

Además, el litio se usa de forma preventiva para reducir el riesgo de recaídas en personas con trastornos maníaco-depresivos. Diversos estudios han demostrado que el litio disminuye significativamente el riesgo de suicidio en pacientes con enfermedades mentales graves, lo que refuerza su valor terapéutico.

Las dosis terapéuticas habituales de litio por vía oral se sitúan entre 600 y 1200 mg de carbonato de litio (Li₂CO₃) al día, lo que equivale aproximadamente a 113–226 mg de litio puro. Sin embargo, algunos estudios sugieren que el litio puede ejercer un efecto estabilizador incluso en dosis más bajas, y que ciertos pacientes muestran una gran sensibilidad positiva al tratamiento, al punto de que algunos expertos hablan de una posible “deficiencia de litio” en el organismo.

Aunque su mecanismo de acción exacto aún no se comprende por completo, se sabe que el litio influye en la comunicación entre las neuronas, especialmente en la neurotransmisión intracelular (el intercambio de señales químicas en las sinapsis). Por ello, el sistema nervioso central se considera su principal sitio de acción.

2. Cefaleas en racimos (profilaxis)

Las cefaleas en racimos son un tipo de dolor de cabeza extremadamente intenso, que suele aparecer de forma recurrente en un solo lado de la cabeza, especialmente en la zona de la sien y alrededor del ojo. Este dolor, a menudo descrito como uno de los más fuertes que puede experimentar una persona, se presenta en crisis o episodios cíclicos.

Varios estudios clínicos han demostrado que el litio puede ser eficaz para prevenir estos episodios, reduciendo su frecuencia e intensidad. En Alemania, las sales de litio —principalmente el carbonato de litio y el acetato de litio— son los únicos medicamentos aprobados oficialmente para el tratamiento preventivo de las cefaleas en racimos.

La dosis diaria más habitual es de 2 × 400 mg de litio, aunque debe ajustarse de forma individual bajo supervisión médica. Como en otros usos terapéuticos del litio, existen posibles efectos secundarios, y es importante controlar regularmente la presión arterial y los niveles de litio en sangre para evitar riesgos de toxicidad y garantizar un tratamiento seguro y eficaz.

3. El litio y la salud ósea

El litio tiende a acumularse en los huesos, por lo que desde hace tiempo se investiga su influencia en la salud ósea. Se ha observado que las personas con depresión o trastorno bipolar tienen un mayor riesgo de desarrollar osteoporosis, posiblemente porque estos trastornos pueden afectar su alimentación y disminuir la motivación para realizar ejercicio físico de forma regular.

Un estudio realizado en 2022 analizó los efectos del litio en los huesos de pacientes con trastorno bipolar y encontró que quienes estaban en tratamiento con litio presentaban un riesgo significativamente menor de osteoporosis.

El litio parece estimular la actividad de los osteoblastos, las células encargadas de formar hueso nuevo, y al mismo tiempo inhibir la acción de los osteoclastos, que son las células responsables de degradar el tejido óseo.

Además, el BDNF —un factor de crecimiento neuronal que el litio potencia en el cerebro— también parece favorecer el crecimiento y la regeneración ósea. En estudios con animales, se observó que el litio ayudó a acelerar la curación de fracturas.

No obstante, tanto en estos estudios como en los realizados con pacientes humanos se utilizaron dosis terapéuticas elevadas, mucho mayores que las que se encuentran en suplementos dietéticos o en el litio presente de forma natural en los alimentos y el agua. Hasta el momento, no existen investigaciones concluyentes sobre los efectos del litio en los huesos cuando se consume en dosis bajas.

Los efectos secundarios del litio

En dosis bajas, como las que se encuentran en el agua o los alimentos, el litio puede tener efectos positivos en la salud. Sin embargo, en dosis altas, como las empleadas en el tratamiento del trastorno bipolar, puede provocar efectos secundarios.

Los más comunes son el aumento de peso, temblores en las manos, náuseas, diarrea, fatiga, sed excesiva, mayor frecuencia urinaria y disfunción tiroidea. También pueden aparecer alteraciones circulatorias o cambios en el recuento sanguíneo.

En general, estos efectos son reversibles si se detectan pronto y se ajusta o suspende la dosis bajo control médico.

Orotato de litio durante el embarazo y la lactancia

En el caso del orotato de litio, no existen estudios suficientes sobre su seguridad durante el embarazo o la lactancia. Aunque contiene cantidades mucho menores de litio que los medicamentos recetados para el trastorno bipolar, por ejemplo, no puede considerarse completamente seguro para mujeres embarazadas o en período de lactancia debido a la falta de evidencia científica.

Por precaución, no se recomienda su uso en estas etapas, salvo indicación expresa de un médico especializado, quien valorará los posibles beneficios frente a los riesgos para la madre y el bebé.

La información proporcionada en este texto se basa en publicaciones de investigación, ensayos clínicos, artículos y conocimientos generales. Este contenido es meramente informativo y no debe considerarse como consejo médico. Para cualquier consejo médico consulte con un profesional de la salud.