El litio, conocido por su uso en tratamientos psiquiátricos, es también un elemento natural presente en los alimentos, el agua y el entorno. Investigaciones recientes sugieren que podría actuar como un oligoelemento beneficioso, con efectos neuroprotectores y posibles ventajas para la salud mental, siempre que se consuma en cantidades seguras y equilibradas dentro de la dieta.
Breve historia del litio y usos
Desde mediados del siglo XX, el carbonato de litio se ha utilizado ampliamente en el tratamiento del trastorno bipolar (TB), especialmente en casos de manía aguda. Más allá de su función terapéutica, el litio está presente de forma natural en el medio ambiente, por lo que puede encontrarse en el agua potable, los vegetales, los cereales y otras fuentes naturales o de origen humano.
Cereales y verduras
El contenido de litio en las plantas varía según el tipo de cultivo y las condiciones del suelo. Los cereales y las verduras pueden acumular hasta 4,6 µg/g de litio, siendo especialmente ricas fuentes el cilantro, los tomates, el ajo, la nuez moscada y las semillas de comino. En cambio, alimentos como la cebolla, el chile verde, la coliflor, el arroz, los champiñones y el trigo presentan concentraciones mucho menores.
Se estima que entre el 66 % y el 90 % del litio de la dieta proviene de cereales y verduras, mientras que el agua potable y los alimentos de origen animal aportan el resto.
Por ello, las personas vegetarianas o veganas, cuya alimentación se basa principalmente en productos vegetales, suelen ingerir más litio de forma natural que quienes también consumen proteínas animales.
Agua potable y otras bebidas
La cantidad de litio que una persona consume al día a través de la dieta puede variar considerablemente según la ubicación geográfica. En Europa, la ingesta de litio suele ser muy baja, mientras que en regiones como el norte de Chile y Argentina se han registrado concentraciones más elevadas, que en algunos casos superan los 1000 µg/L en el agua potable.
La fuente de agua también influye en los niveles de litio: el agua de mar contiene entre 140 y 200 µg/L, mientras que las aguas superficiales suelen presentar valores mucho menores, de entre 1 y 10 µg/L. Estas diferencias se deben tanto a factores naturales, como la composición geológica del suelo, como a la actividad humana, especialmente la contaminación por salmueras ricas en litio procedentes de la industria de baterías.
Debido a estas variaciones, el litio figura en la Lista de Contaminantes Candidatos (CCL) de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), lo que ha impulsado una recopilación más exhaustiva de datos e investigaciones para evaluar una posible regulación futura.
Un estudio reciente, que analizó más de 1000 muestras de alimentos y bebidas, concluyó que la ingesta estimada de litio se encuentra muy por debajo de los niveles de referencia subcrónicos y crónicos establecidos provisionalmente por la EPA. Esto indica que las cantidades de litio presentes en alimentos y bebidas son seguras para el consumo humano. No obstante, ciertos grupos, como las mujeres embarazadas o las personas con enfermedades crónicas (por ejemplo, psoriasis), pueden tener un mayor riesgo de sensibilidad o toxicidad, por lo que se recomienda precaución médica en esos casos.
Frutas
Las frutas cítricas —como limones, limas, clementinas y pomelos— contienen cantidades detectables de litio, con concentraciones en el rango de µg/g en peso seco, es decir, niveles muy bajos pero medibles. Además, el litio dietético también puede obtenerse a través del consumo de uvas, manzanas y plátanos, que aportan pequeñas pero relevantes cantidades de este mineral dentro de una dieta equilibrada.
Frutos secos, semillas y legumbres
Los frutos secos destacan por su alto contenido natural de litio. Se han estimado concentraciones de 1,09 µg/g en anacardos y 3,12 µg/g en nueces, lo que los convierte en fuentes importantes de litio dietético. Asimismo, las semillas de girasol, las avellanas y los piñones también aportan cantidades apreciables de este mineral, contribuyendo de forma significativa a la ingesta total de litio a través de la alimentación.
Productos animales
Aunque los productos animales contienen menores concentraciones de litio que los alimentos vegetales, diversas carnes y pescados presentan niveles detectables que oscilan entre 0,012 y 0,06 µg/g. Sin embargo, un estudio realizado en Irán en 2021 encontró niveles notablemente más altos, entre 38,4 y 39,7 µg/g, en dos marcas de atún enlatado. Estos valores son llamativos, aunque deben interpretarse con precaución, comparándolos con referencias provisionales y no con los umbrales oficiales de la EPA.
Efectos neurológicos del litio en trazas
Las dosis bajas de litio o una mayor ingesta dietética de este mineral podrían ejercer efectos normotímicos (estabilizadores del estado de ánimo). Esto se debe a varios mecanismos biológicos, entre ellos la inhibición de enzimas como la glucógeno sintasa quinasa 3β (GSK-3β), que regula procesos intracelulares, y la modulación de la síntesis y liberación de neurotransmisores. Estos efectos sugieren que el litio endógeno, presente de forma natural en el cuerpo, podría desempeñar un papel importante en el equilibrio neurológico.
¿El orotato de litio ayuda con la demencia?
Un estudio reciente publicado en Nature encontró niveles significativamente más bajos de litio en el cerebro de personas con deterioro cognitivo leve (DCL), una condición previa al Alzheimer. En modelos animales, esta deficiencia de litio provocó un mayor depósito de placas β-amiloides, acumulación de proteínas fosfo-tau, pérdida de sinapsis y mielina, y una mayor inflamación cerebral. Además, se observó que el litio se acumula en las placas amiloides, reduciendo su biodisponibilidad. En estos modelos, la terapia con orotato de litio logró prevenir dichos daños cerebrales, lo que refuerza su potencial neuroprotector.
El litio también puede aumentar los niveles del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) en las neuronas del hipocampo, una molécula clave para la neurogénesis y la neuroplasticidad, procesos que protegen frente a enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson, así como frente a trastornos del estado de ánimo como la depresión y la ansiedad.
Además, el litio presenta efectos insulinomiméticos, lo que significa que puede mejorar el metabolismo de la glucosa y reducir el riesgo de trastornos neurocognitivos relacionados con enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes tipo 2 (DM2). Dado que la resistencia a la insulina y el mal control de la glucosa son rasgos comunes del Alzheimer, este mecanismo podría ser otra vía por la cual el litio ayuda a proteger el cerebro frente a la neurodegeneración.
Lo que aún no sabemos sobre el litio y su seguridad
Los posibles beneficios del litio para la salud, junto con observaciones que sugieren que su deficiencia puede aumentar la impulsividad, el nerviosismo o la inestabilidad emocional, han llevado a los investigadores a plantear si la suplementación con litio o el enriquecimiento nutricional de los alimentos podría mejorar los resultados de salud.
Aunque el litio aún no está reconocido oficialmente como micronutriente esencial, muchos investigadores recomiendan una ingesta diaria provisional de unos 1000 µg (1 mg) para un adulto de 70 kg. Otros expertos van más allá y proponen que el litio sea considerado un oligoelemento esencial, dada la evidencia de sus efectos antisuicidas y neuroprotectores, incluso en microdosis.
En comparación, las dosis terapéuticas empleadas para tratar el trastorno bipolar suelen estar entre 600 y 1200 mg al día, es decir, hasta 1000 veces superiores a los niveles naturales de litio en el organismo. Aun así, los efectos del consumo prolongado de bajas dosis de litio siguen en estudio, y se están realizando nuevas investigaciones para comprender mejor su seguridad, metabolismo y posibles beneficios a largo plazo.
Referencias:
- Szkarska, D. y Rzymski, P. (2018). ¿Es el litio un micronutriente? De la actividad biológica y la observación epidemiológica a la fortificación de alimentos.
- Iordache, AM, Voica, C., Roba, C. y Nechita, C. (2024). Contenido de litio y sus beneficios nutricionales, ingesta dietética e impacto en la salud humana en comestibles del mercado rumano.
- Hamstra, SI, Roy, BD, Tiidus, P., et al. (2023). Más allá de su uso psiquiátrico: Los beneficios de la suplementación con litio en dosis bajas.
- Gonzalez-Weller, D., Rubio, C., Gutierrez, AJ, et al. (2013). Ingesta dietética de bario, bismuto, cromo, litio y estroncio en una población española (Islas Canarias, España).













